OCCIDENTE NECESITA CORRECCIONES PROFUNDAS PERO NO REVOLUCIONES

Más allá de que la impronta juvenil que hizo fundar a CIVILITAS y el propio carácter latinoamericano que, aún sin proponérselo, es afín a planteos de quiebre o revolucionarios, la experiencia nos ha indicado que el mejor aporte que puede hacer esta nueva generación de dirigentes al desarrollo de las regiones en las que actúan es promover reformas profundas, pero siempre dentro del sistema para garantizar un estándar institucional económico, social y moral como base del bien común para que los ciudadanos pueden ser verdaderamente protagonistas de sus propias vidas.

Quienes integramos los equipos de CIVILITAS somos reformistas por naturaleza, pero con la conciencia de que los procesos sociales e históricos solo se construyen -y en su defecto se corrigen- en lapsos históricos que superan cualquier ansiedad o intento de apresurarlos.

Dos distorsiones de Occidente son nuestra prioridad: las causas estructurales de la pobreza y -en íntima vinculación- la tensión creciente entre el valor fundante de la libertad y la necesidad de un orden jurídico y moral común como base para cualquier realización individual.

En ninguno de los casos caben para el “espíritu civilitense” planteos rápidos que llevan a lugares comunes. No solo el trabajo, ni solo la educación, ni solo el desarrollo económico, ni la apertura hacia la competitividad, ni tampoco el solo fortalecimiento de la dinámica institucional o el énfasis que podamos poner en el fortalecimiento de la familia como única solución.

La conciencia de que enfrentamos fenómenos complejos, y el orgullo de haber mantenido siempre una visión multidisciplinaria, abierta y sin dogmatismos, serán dos claves para construir el proyecto global CIVILITAS y la red de dirigentes dispuestos a adaptarlo a la realidad de cada país.